Ahora que estamos en plena campaña electoral y se habla de educación, entre otras muchas otras cosas, la mayoría de los partidos inciden en la necesidad de reforzar el nivel de conocimiento de lenguas extranjeras, especialmente el inglés.
En realidad, este es un debate ya clásico en nuestro país. Aunque el conocimiento medio del inglés ha mejorado en las últimas décadas, también es cierto que el punto de partida era realmente bajo. Pero aún es necesario hacer un mayor esfuerzo para conseguir que los españoles no seamos el hazmerreír de Europa a la hora de expresarse en la lengua de Shakespeare.
Tal vez una manera de mejorar el conocimiento de lenguas extranjeras fuese que los políticos predicasen con el ejemplo. Resulta bastante vergonzoso ver el nivel de idiomas que han tenido los presidentes españoles de la época democrática; ninguno de ellos fue capaz de expresarse mínimamente en inglés en foros internacionales, a pesar de que debería ser un requisito sine qua non para cualquier cargo público de alto nivel. Si para acceder a la mayoría de puestos de trabajo se requiere un conocimiento medio de lenguas, ¿por qué para los políticos no existe la misma exigencia?
Bien es cierto que algunos de nuestros políticoshan demostrado tener un más que notable manejo de otras lenguas. A modo de ejemplo, Artur Mas (CiU) domina muy bien el inglés y el francés; Pedro Sánchez (PSOE) es capaz de expresarse correctamente en inglés y defenderse en italiano y francés, y Arias Cañete (PP) en francés; Pablo Iglesias (Podemos) tiene un inglés pasable y un buen italiano, De Guindos (PP) un excelente inglés.
Pero son pocos, muy pocos, dentro de todo el espectro político de nuestro país.
En el otro extremo encontramos las situaciones abochornantes. ¿Quién no recuerda el famoso “I went to the White House to see my friend George” del ex presidente Aznar o a Ana Botella y su “relaxing cup of café con leche”?
Un argumento frecuente en boca de los políticos es que el español es la tercera lengua del mundo en número de hablantes, por lo que no es necesario aprender otras, ya que tiene la suficiente entidad y presencia internacional como para justificar su conocimiento como lengua única. Vale, es un argumento de peso el tener varios centenares de millones de hablantes, pero ¿no sería mejor demostrar que se dominan otras lenguas y entonces decidir hablar únicamente en español? Eso haría muchísimo por mejorar la imagen de ciertos políticos tanto a nivel nacional como internacional.
También es cierto que en este país somos más papistas que el Papa, ya que el desconocimiento de lenguas extranjeras es algo compartido por muchos otros políticos europeos y no han recibido (que se sepa) las mismas críticas. ¿O es que alguien ha oído hablar a F. Hollande, presidente de Francia, en inglés? (será por aquello de la Grandeur de la France). Y ya puestos, lo mismo podría decirse de nuestra querida Angela Merkel, presidenta de Europa, digo, de Alemania. O al cavaliere Silvio Berlusconi… A todos ellos les propondría que se pasasen un día por nuestras instalaciones, estoy seguro que les haríamos una oferta que no podrían rechazar, y, tal vez, dejarían de ser incapaces de hablar algo que no fuese la lengua de su propio país.
Juan Pastrana
ELITE Formació Integral, S.L.U.
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